Con la muerte de cada persona conocida uno recuerda que la vida es un suspiro. Aquí no vinimos para semilla, estamos prestados y debemos de hacer de nuestra vida lo mejor posible.
El miércoles desayunaba con una amiga y me dijo: "Peluca vivió su vida feliz, hizo lo que quizo, dónde y cómo quizo". Lo hizo pero sin afectar a terceros, eso lo podemos ver en que nadie dejó de lamentar su desaparición física.
Debemos de hacer lo que realmente nos hace felices para que nuestra vida, larga o corta, tenga significado.
Nos preocupamos por tantas vanalidades que dejamos a un lado las cosas que nos pueden llenar. También está en nosotros el saber qué nos hace felices y qué no. Muchos adultos hoy en día tienen una respuesta pre fabricada para su "¿Qué te hace feliz?" en lugar de ver sin filtros a sus adentros.
Señores, hay que ser genuinos para que nuestro paso por esta vida sea placentero para quienes nos rodean y para nosotros mismos.
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